Los pétalos de la margarita
Estuve en el jardín más hermoso de la tierra. Miles de flores me miraban. Me inundaban cientos de aromas. Lilas, rosas, tulipanes. Amapolas, jazmines, flores de loto. Y una sola margarita. Brillaba entre todas. Caí en la tentación de arrancarla. ¿Cuántos pétalos tenía? Uno era negro. Fue el primero que arranqué. En ese momento, emigró de mi memoria la palabra muerte. Todo se lleno en un instante de vida y de luz. Atraída por una fuerza extraña, arranque el pétalo amarillo. Se alejó el sol. La luz se fue volviendo artificial. Un nuevo impulso me hizo arrancar el pétalo azul. Todo se volvió borroso y colorido, a la vez que caótico. Nada parecía tener sentido. Ni la armonía ni la tranquilad existían en mi mente. Tras una breve pausa, arranque el pétalo blanco. Olvidé lo que significaba paz. El mundo se me presentó como una lucha constante. Inmediatamente después, arranque el pétalo rojo. No supe lo que era amor. Todo en mí era odio. Probablemente ese odio me hizo arrancar un último pétalo. Era de color verde. Murió en mi toda gota de esperanza. Al hacerlo, todo se fue desvaneciendo. La margarita y sus pétalos. Las flores. El jardín. Mis sueños. Mis pensamientos. Mi vida.
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